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Guerras por
el El elemento esencial para la vida es a día de hoy un bien escaso. La cantidad de población y de consumo indican que, a este ritmo, en el 2025 la demanda de agua será un 56% superior al suministro. Si ya en el presente hay guerras por el agua, el futuro se pinta todavía más turbio. Texto: Marta Iglesias
El
acceso al agua, que tan importante era para los pueblos primitivos y para
nuestros ancestros, es un problema lejano para los habitantes de las ciudades
habituados a utilizarla sin control, para los agricultores, hosteleros... Se
supone que es un bien inagotable pero a este ritmo tiene los días contados. De
hecho 1.100 millones de personas carecen de acceso al agua potable y se calcula
que en 2002 murieron 1,7 millones de habitantes víctimas de enfermedades
relacionadas con la falta de agua potable, saneamiento e higiene. Sólo en los
países en vías de desarrollo se calcula que el 80% de las enfermedades están
ligadas al agua.
Agua igual a poder
Cerca del 40% de la
población mundial vive en los alrededores de los ríos, y las cuencas
hidrográficas que pertenecen a dos o más países suelen ser foco de conflicto
cuando hay escasez de agua. Por eso algunos críticos no descartan que quizás con
la guerra de Iraq se hayan querido controlar los recursos hídricos de los ríos
Éufrates y Tigris, ríos caudalosos en una de las zonas más áridas del planeta.
Efectivamente, estos dos ríos son fuente constante de conflictos entre Turquía
-que posee las fuentes de ambos y quien en realidad controla el caudal-, Siria e
Iraq. Lo mismo sucede con el Nilo, cuyas aguas se disputan Etiopía, Sudán y
Egipto. Aquí el nacimiento y el 85% de las aguas están en Etiopía, pero no
ejerce su posición dominante y además hay un acuerdo bilateral entre Sudán y
Egipto para el reparto del caudal. Otras fuentes de discordia son el río Jordán
y el Litani, en Oriente Medio. Entre todos los países implicados aquí, cabe
señalar que Israel, Jordania y los territorios ocupados han agotado casi todos
sus recursos de agua; de hecho cualquier acuerdo de paz entre Israel y Palestina
ha de llevar un apartado sobre aguas para ser mínimamente considerado por ambas
partes. En los últimos 50 años se ha combatido por el agua en 37 ocasiones y 27
de ellas enfrentaron a Israel y Siria a propósito del Jordán y el Yarmuk. En
palabras de Lester R. Brown: "Ya empiezan a estallar conflictos por el agua en
numerosas sociedades, por ejemplo en Etiopía, en la Bengala india, en Egipto,
Sudán, China, río abajo y río arriba en el Yang-Tsé. Las tensiones son vivas
incluso en el plano internacional. La meseta del Golán, que se disputan Siria e
Israel, es en primer lugar un depósito de agua en una región seca. El Éufrates
es un tema de discordia entre Siria y Turquía, que está construyendo represas
río arriba. Hasta los mexicanos comienzan a molestarse cuando comprueban lo que
queda del Colorado cuando cruza la frontera. La disminución del caudal de los
cursos de agua no va a mejorar la situación. Y sin duda aumentará la inquietud
cuando se divulgue que esos tres últimos años el Indo ha tenido el nivel más
bajo de su historia y que por ello se ha perdido el cuarenta por ciento de las
cosechas de trigo".
El conflicto más cercano
Pero no hace falta irnos tan lejos para
detectar un conflicto debido al agua. Esta vez no es entre el pueblo y las
multinacionales, sino entre dos zonas del mismo país: la cuenca del Ebro y el
Levante español, acosado por la falta de agua. El conflicto hunde sus raíces en
el turismo más despilfarrador y los regadíos sin control, y es avivado
frecuentemente por políticos de diferentes ideologías. El marco es el Plan
Hidrológico Nacional (PHN) y los actores de esta guerra silenciada son las
autonomías, los ecologistas, los agricultores, los políticos, y los hosteleros
en todas sus variantes. La mayoría de los estudios coinciden en señalar que en
España no falta el agua, pero que hay varias causas que están acabando con ella
en el oriente del país: una política de turismo no adecuada a la zona -hay
multitud de campos de golf y parques temáticos en un lugar carente de agua-, un
gran índice de población y un "mercado negro" del agua, como publicó la prensa
el 22 de marzo de 2004. A ello hay que añadir que en toda España la agricultura
se lleva el 80% del agua y de ésta la mayoría se pierde, que las ciudades
pierden el 35% del agua por fugas en las obsoletas redes de suministro, y que
además España es el tercer país del mundo que más agua consume. Si hay alguien
adecuado para opinar sobre el tema, es Pedro Arrojo Agudo, profesor de Análisis
Económico en la Universidad de Zaragoza y experto en economía del agua. Su labor
contra el Plan Hidrológico Nacional le hizo merecedor el año pasado del premio
Goldman. Para Arrojo: "Con el gobierno del PP se generó toda una demagogia en
las regiones de Levante, País Valenciano y Murcia que llevó a unas actitudes con
implantación social de corte poco democrático, donde no se explicaban las dos
posiciones, donde se perseguía a la gente que pudiera simplemente discrepar,
caracterizándole de antimurciano o antivalenciano, y produciendo una especie de
bloqueo en el debate". De hecho estas semillas que antaño se sembraron todavía
siguen latentes, y muchos se niegan a entender la nueva posición del gobierno
del PSOE, que en junio de 2004 derogaba los nueve artículos del PHN relativos al
trasvase del Ebro, poniendo en pie de guerra a la Comunidad Valenciana y a
Murcia. El plan alternativo contiene cien actuaciones que contemplan la
construcción de veinte desaladoras. Aunque se prevé que pronto estén en
funcionamiento, el problema de fondo sigue latente, los enfrentamientos se
suceden y los que se creen víctimas se quejan. |
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